JOSEFINOS
FAMILIA DE MURIALDO
La "Congregación de San José" nació del corazón, rico de fe en Dios y de sensibilidad hacia el prójimo necesitado, de San Leonardo Murialdo (1828-1900), y fue fundada en Turín el 19 de marzo de 1873, en el Colegio de los Artesanitos, del que Murialdo era rector.
NUESTRO IDEAL
San José
"Nuestra Pía Sociedad tiene el alto honor de ser nombrada en honor a San José, esposo de la Virgen María. Este nombre, sugerido por la necesidad de poner nuestro trabajo bajo tal patrocinio, nació con la propia Congregación, que, desde el principio, se consagró a San José. Heredó, con el nombre, parte de los Hermanos de la Congregación secular, previamente establecida en nuestro Colegio de Artesanitos de Turín, que luego se transformó en una Congregación religiosa.
Su culto tuvo su mayor manifestación cuando el Papa Pío IX, de venerada memoria, proclamó solemnemente el 8 de diciembre de 1870 a San José Patrono Universal de la Iglesia. Sólo tres años más tarde, nuestra Pía Sociedad fue establecida, y puesta bajo este muy válido patrocinio. Como la nuestra, así otras instituciones, tanto masculinas como femeninas, tomaron su nombre de San José.
San José, por lo tanto, es para nosotros ese siervo fiel y prudente que Dios ha designado para su Familia y cuya dirección y ejemplo debemos tomar. Debe informar a nuestra Congregación de su espíritu, que, en el nombre mismo de este Santo, ya ha trazado claramente el programa de su ser y de su obrar. Por lo tanto, las virtudes de San José deben ser nuestras, y sus ministerios deben ser nuestros.
San José es la regla hablante de la Congregación, en la que todo debe ser josefino, y de la que todo lo que no esté en el espíritu de San José debe escapar.
Entre las virtudes que deben ser eminentes en nosotros: la humildad, la vida oculta y la pobreza acompañada de una ferviente devoción a la Virgen Inmaculada y al Sagrado Corazón de Jesús. Nadie conocía y apreciaba los privilegios de María más que San José, y nadie, después de María, penetró en los secretos del amor que Dios trajo a la humanidad.
En cuanto a las obras y ministerios, aprendamos de San José la vida laboriosa, el celo por las almas, máximo de los jóvenes y la generosidad del sacrificio.
Si queremos que nuestra Congregación perdure y se extienda en la Iglesia de Dios, es indispensable que no sólo el nombre sino también el espíritu de San José se mantenga vivo en ella. Si esto faltara o disminuyera, ¡Dios no lo quiera!, la vida de la Congregación también se vería truncada y sus ministerios languidecerían, porque las Instituciones viven y prosperan en virtud de ese espíritu que las creó.
Y así, como las otras Congregaciones, viven y prosperan, especialmente en la obediencia, en la más rígida pobreza, en la predicación, en la enseñanza. Nuestra Congregación tendrá una vida próspera y duradera si, en la cuidadosa y diligente imitación de San José, procuramos practicar siempre la humildad y la caridad, sus virtudes características, y si aprovechamos constantemente de ellas" (tomado de Il fine della Pia Società torinese di San Giuseppe de d. Eugenio Reffo - cofundador de la Congregación de San José - Tipografia PP. Giuseppini - Pinerolo - pp. 33-35).
San José dijo "sí"
José era una persona que siempre decía "sí" a Dios y en los Evangelios, poco se habla de él. Y que él habla aún menos, de hecho no dice ni una palabra.
Las dos únicas ocasiones en las que se habla de él son cuando Jesús se hace hombre, entra en el mundo humano y en la historia de la salvación de Israel (su nacimiento, todo lo que lo prepara, la presentación en el templo) y cuando Jesús se hace adulto y entra en el mundo social de la época (el hallazgo de él en el templo).
Así que si uno habla de José lo hace en referencia a Jesús, porque está en función de Jesús.
La larga lista de hombres que transmiten la vida (de cada uno se dice: "engendrado") se detiene con José y José parece ser capaz de ser el padre de Jesús sólo porque... no lo es, es decir, porque acepta recibir a Alguien engendrado por Otro que no es él.
Este misterio de la vida de José es luz para el misterio de nuestra aventura como seres humanos, porque es una indicación del primer paso que también nos permite entrar en la familia de Jesús, del que él mismo hablará diciendo "¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos? Después de todo, si a primera vista parece que es Jesús quien entra en la familia de David, es mejor decir que es la familia de Abraham y David, a través de José, quien se une a la pequeña familia de María que lleva a Jesús nacido por el poder del Espíritu Santo.
El primer paso para entrar en esta familia en la que es el Espíritu el que engendra es, por lo tanto, simplemente... ¡no hacer nada!
José es el José que conocemos porque es el prometido de María, que a su vez es la madre de Jesús. El uno en el otro y el otro en sí mismo son espectadores atentos del paso de Dios. De esta parada interior, de esta renuncia a dejarse llevar por tantas ansiedades que tiene sus implicaciones prácticas en el tiempo de la oración - tiempo en el que es Dios quien actúa mientras nosotros nos callamos y detenemos todas las incursiones que habitan en nuestra mente - esta parada es por tanto la tierra cultivada y preparada que hace posible que brote la semilla que se arroja en nosotros, porque florece y nos hace decir esa palabra, "¡Sí!
José se acercó a Jesús a través de María, y fue su educador y padre.
San Leonardo Murialdo eligió a José como modelo para la congregación de religiosos fundada por él para que, gracias a la intervención de María, mediadora de toda gracia, pudieran acoger al Señor en el más pequeño de sus hermanos.
QUIÉNES SOMOS
La "Congregación de San José" nació del corazón, rico de fe en Dios y de sensibilidad hacia el prójimo necesitado de San Leonardo Murialdo (1828-1900), y fue fundada en Turín el 19 de marzo de 1873, en el Colegio de los Artesanitos, del que Murialdo era rector. El propósito de esta institución era asistir, educar cristianamente y formar a los niños pobres, huérfanos y abandonados en el trabajo profesional.
Murialdo, en este contexto educativo y animado por su anterior experiencia apostólica con los muchachos de la periferia de Turín, después de un largo discernimiento, inició la congregación con el objetivo preciso que se dedicara "a la educación cristiana de los jóvenes pobres, huérfanos o abandonados o incluso simplemente marginados", es decir, de los que necesitaban ser rescatados de una vida moralmente desordenada. Aunque este es el objetivo principal, la congregación puede "ayudar a los adultos de la clase trabajadora a través de la educación y la predicación".
Para lograr este objetivo nacieron algunas instituciones como colegios, orfanatos, reformatorios (cárceles de menores), colonias agrícolas, oratorios, y luego "cualquier otro trabajo" sin ninguna limitación de este tipo.
Como titular, patrono y modelo de la congregación, cuyos miembros son clérigos y hermanos laicos, se eligió a San José, el humilde artesano de Nazaret y sobre todo el ejemplar educador de Jesús. De él la congregación debe aprender esa pedagogía que encuentra su síntesis en la caridad evangélica y ese estilo de vida, formado por comportamientos y actitudes personales y comunitarias, que se resumen en las virtudes características de la humildad y la caridad.
La congregación, que recibió la aprobación diocesana el 24 de febrero de 1875, comenzó su camino, no sin algunas dificultades, de organización en el seno de la misma congregación, especialmente en lo que se refiere a la formación de nuevos miembros, de clarificación de su identidad espiritual y apostólica, abriéndose también a la formación de jóvenes de "condición civil" (jóvenes acomodados), de su desarrollo y difusión, que tuvo como campo primero el Piamonte, luego el Véneto y más tarde otras regiones de Italia.
En vista de la aprobación pontificia de la congregación, se inició la redacción definitiva de las Constituciones. La congregación fue aprobada por la Sede Apostólica el 17 de junio de 1897 y las Constituciones el 1 de agosto de 1904.
Después de la muerte del Fundador, el 30 de marzo de 1900, la congregación se abrió a las misiones en el extranjero (Libia, 1904), perspectiva ya presente en la primera regla de la congregación, y a los países de América Latina (Brasil, 1915).
Mientras tanto, la congregación profundizó algunos aspectos de su vida, en particular su espiritualidad y su pedagogía, teniendo como referencia los escritos del Fundador y de manera particular su Testamento Espiritual. En este documento, dejado expresamente a sus hijos e hijas espirituales, Murialdo los exhorta a hacer del amor infinito y misericordioso de Dios la fuente de su vida espiritual y apostólica y el objeto de su predicación.
Según las indicaciones del Concilio Vaticano II, la congregación, con el capítulo especial de 1969, revisó su legislación y las "nuevas" Constituciones, más enriquecidas por el espíritu de la tradición de la congregación, fueron aprobadas por la Sede Apostólica el 8 de diciembre de 1983.
Hoy la congregación está llamada en la Iglesia a vivir y dar testimonio del amor misericordioso de Dios dedicándose a la promoción humana y cristiana de los jóvenes pobres, abandonados y necesitados en la formación social y moral.
La actividad educativa se lleva a cabo a través de múltiples obras según las naciones en las que funciona y las situaciones sociales y eclesiales en las que se encuentra, como escuelas, centros de formación profesional, casas de familia, oratorios, colegios, misiones. Incluso las parroquias, no incluidas en el proyecto inicial, pasaron a formar parte de la actividad apostólica por voluntad del Papa San Pío X (1909). Sin embargo, como parroquias Josefinas, asumen una caracterización específica por la importancia dada a la pastoral juvenil.
La congregación trabaja actualmente en cuatro continentes: en Europa (Italia, España, Albania, Rumania), en África (Sierra Leona, Guinea Bissau, Ghana, Nigeria), en América del Sur (Brasil, Ecuador, donde también hay un Vicariato Apostólico en la misión de Napo, Argentina, Chile, Colombia) en América del Norte (Estados Unidos, México), en Asia (India).
Con todas las demás realidades eclesiales que se inspiran en el carisma de la congregación y con los laicos que participan en ella, las Hermanas Murialdinas de San José, el Instituto Secular San Leonardo Murialdo, los Laicos de Murialdo..., se formó la "Familia Murialdo", en la que los miembros, según su vocación específica, viven algunos aspectos espirituales y apostólicos del carisma de Murialdo, en el espíritu de una eclesiología de comunión.
La sigla con la que se identifica la congregación es "CSJ" (Congregatio Sancti Joseph) a la que se agrega la indicación "Josefinos de Murialdo".
Gli organismi
La Congregazione di San Giuseppe, comunità di fratelli nella fede inserita nella storia, si esprime in forme organizzative, intese come strumento che promuova la vita religiosa personale e comunitaria e, attraverso l’impegno responsabile dei singoli confratelli, l’attività apostolica della congregazione.
Anima dell’organizzazione è il servizio dell’autorità, vissuto ad imitazione di Cristo e nello spirito del Murialdo: tutti i confratelli lo esercitano partecipando responsabilmente alla vita e all’azione della congregazione, secondo il proprio compito e le proprie competenze.
La comunità locale, chiamata a formare una ben unita famiglia, è presieduta dal direttore, primo responsabile ed animatore della vita e dell’attività comunitaria; egli nel suo servizio è coadiuvato dal consiglio di famiglia, espressione della corresponsabilità di tutti i confratelli.
La provincia raccoglie in una comunità più vasta diverse comunità locali. Essa è governata dal superiore provinciale con il consiglio provinciale.
La congregazione riconosce nel superiore generale il successore del Murialdo ed il segno della propria unità. Egli è coadiuvato, nell’esercizio della sua autorità su tutta la congregazione, dal consiglio generale.
La comunione di vita e di attività apostolica della congregazione si manifesta particolarmente nelle assemblee dei confratelli, ai vari livelli, denominate capitoli: locale, provinciale, generale; in essi la comunità, la provincia e l’intera congregazione, sotto la guida dello Spirito e attente ai segni dei tempi, verificano e ricercano la propria fedeltà al Vangelo ed al Carisma.
Altro momento espressivo della corresponsabilità nel servizio dell’autorità a livello generale è la conferenza interprovinciale; essa è formata dai superiori delle province insieme al superiore generale con il suo consiglio.
Le Fonti
Le Costituzioni, codice fondamentale della congregazione, delineano la specifica vocazione giuseppina che lo Spirito Santo ha suscitato nella Chiesa per mezzo di san Leonardo Murialdo. Esse hanno come fonte primaria e ispiratrice del suo contenuto il Vangelo, che viene assunto accentuandone alcune dimensioni spirituali e apostoliche – il carisma – che determinano la fisionomia propria della congregazione e di ogni singolo membro.
Pertanto le Costituzioni sono la “carta di identità” del giuseppino perché in esse sono contenuti il progetto fondamentale e gli elementi essenziali di concretizzazione della sua vocazione e, nello stesso tempo, sono “garanzia di identità” perché punto oggettivo di riferimento nel suo cammino di fedeltà alla sua vocazione. Sotto questa luce esse assumono la funzione di “guida” per vivere, attraverso un itinerario personale e comunitario di sequela di Cristo, la “parola di grazia” dello Spirito che il Murialdo ha accolto e che i giuseppini sono chiamati a fare propria e a rendere presente nella Chiesa per edificarla come Corpo di Cristo, secondo il proprio carisma.
Di conseguenza le Costituzioni non vanno viste semplicemente come un “codice giuridico” con leggi da osservare, ma come un progetto di vita che coinvolge tutte le dimensioni della persona e che comporta un esigente impegno di conversione.
Nel cammino storico della congregazione, vari e con nomi diversi, sono stati i testi del codice fondamentale, iniziando dalla prima regola del 1873, fino all’ultima del 2007, ma tutte, pur in modo diverso, hanno trasmesso la ricchezza e la bellezza della vocazione giuseppina.
QUÉ HACEMOS
Desde sus orígenes, la Congregación de San José tuvo en la Iglesia la misión específica de dedicarse a los jóvenes pobres, abandonados y más necesitados de ayuda y educación cristiana.
Fiel a este carisma, continúa haciendo presente en la Iglesia el misterio de Cristo que ama a los pobres y bendice a los niños.
Atenta a los signos de los tiempos y comprometida a adaptarse a las necesidades cambiantes de las personas y los lugares, la congregación ofrece en sus instituciones y a través de sus actividades un hogar y una familia a los jóvenes que carecen de ella, una oportunidad para el estudio y la formación al trabajo, un lugar de ocio, un entorno educativo y sobre todo un centro de evangelización y de vida cristiana.
La congregación lleva a cabo su apostolado específico a través de diferentes instituciones, como oratorios, casas familia, colonias agrícolas, institutos de reeducación, internados, escuelas, obras para huérfanos, centros juveniles, centros de preparación social y laboral, misiones y parroquias.
Se caracterizan por la elección de un sitio popular y el compromiso de ofrecer un servicio adecuado, especialmente a los jóvenes más necesitados.
Los criterios que verifican la validez de una obra como Josefina son: la dedicación constante a la juventud pobre, la utilidad para el medio ambiente y la iglesia local, el testimonio de un servicio cristiano, la actualidad y la eficacia de los métodos educativos, la colaboración con los laicos y, normalmente, la suficiencia económica.
Formación profesional
En todas las provincias la congregación tiene Centros de Formación Profesional: esta actividad es característica de nuestra acción.
En el servicio educativo de evangelización de los jóvenes más pobres y necesitados, la formación para el trabajo se ha convertido, para nuestra congregación, en una respuesta adecuada a la demanda de preparación para la vida expresada por los jóvenes en diferentes partes del mundo.
La congregación promueve la elevación de la clase obrera sobre todo formando a los jóvenes para que entren en el mundo del trabajo.
A través de la formación intelectual, profesional, social y cristiana, la congregación pretende ayudar a los jóvenes, fuerza viva de transformación de la sociedad, a afrontar su futuro con responsabilidad y seguridad. De esta manera trabaja por la justicia y la paz y colabora con personas de buena voluntad en la construcción de una sociedad más digna del hombre.
Acogida
El servicio a los jóvenes más pobres y abandonados encuentra en el servicio de acogida uno de los logros más desarrollados y crecientes de nuestra congregación.
La gran variedad de estructuras que lo ejercen - casas de familia, familias de acogida, guarderías, comunidades de viviendas...- se caracteriza por
- por una relación educativa personalizada con cada chico,
- por una propuesta de formación centrada en la "pedagogía del amor", propia de nuestro carisma murialdino.
- por un fuerte deseo de ser cada vez más fiel a las palabras de Murialdo: "Pobre y abandonado: estos son los dos requisitos que componen a un joven como uno de los nuestros; y cuanto más pobre y abandonado es, más es de los nuestros".
Escuela
Nuestra forma típica de servir a la evangelización de los jóvenes, en el carisma de Murialdo, pasa siempre por la dimensión educativa. Este principio se aplica específicamente a la escuela.
Cada escuela jesuita tiene como base evangelizar y evangelizar educando.
El estilo educativo de Murialdo, resumido hoy en la propuesta de la "pedagogía del amor", "centrada en la educación del corazón", llega a muchos jóvenes que frecuentan nuestras escuelas en las naciones donde están presentes los Josefinos.
San Leonardo se propuso formar "buenos cristianos y honrados ciudadanos"; "ne perdantur" - para que no se pierdan, como decía; su propuesta formativa, que se dirigía a la persona del muchacho en su integridad, estaba siempre dirigida a su salvación y felicidad. Era una "educación para el cielo".
Misiones
Artesanos de la paz, los misioneros animan escuelas y comedores, trabajan en clínicas, restauran la esperanza en favelas y bidonvilles.
Los Josefinos de Murialdo, que en más de 100 años han llegado a una quincena de países del mundo impulsados por la pasión por el Evangelio y por el hombre, comprometiendo toda su vida y energía de mente, corazón y... brazos, hasta pagar, no pocas veces, incluso sobre su propia piel su fidelidad.
El compromiso de la congregación en las misiones es muy antiguo, porque ya en las Primer Reglamento existe el deseo de ir más allá de las fronteras de la patria, aunque este deseo no se realizará hasta 1904, con el envío de los primeros misioneros a Bengasi, Libia.
Siguiendo las huellas de los primeros misioneros que partieron para el norte de África, el P. Girolamo Apolloni, el Hno. Maurizio Costa y el Hno. Carlo Alunno, otros cientos de Josefinos cruzaron fronteras, mares y océanos a lo largo de los años para llevar el Evangelio a los cuatro rincones del mundo: el 1 de diciembre de 1914 partieron de Génova hacia Brasil. En 1922 el P. Emilio Cecco y el P. Giorgio Rossi zarparon del mismo puerto para llegar al Vicariato Apostólico de Napo (Ecuador), mientras que en 1933 otro grupo de misioneros llegó a Trípoli para establecer una colonia agrícola.
En aquella época las dificultades eran principalmente logísticas: viajar por los desiertos o a través de los bosques, atravesar los mares o los ríos, era siempre una fuente de graves peligros, al igual que las enfermedades tropicales, sin olvidar la necesidad de conseguir alimentos o aprender el idioma local.
Pero las dificultades no frenaron el impulso misionero de la congregación, y se abrieron nuevos frentes de apostolado en otros países del mundo:
- Argentina en 1936,
- Chile en 1947,
- los Estados Unidos en 1949,
- España en 1961,
- Sierra Leona en 1979,
- Colombia en 1983,
- Guinea Bissau en 1984,
- México en 1990,
- Albania (donde encontró la muerte, asesinado, el P. Ettore Cunial) en 1996,
- Rumania y la India en 1998,
- Ghana en 1999.
El verdadero desafío para los misioneros es siempre inculturar el Evangelio en la vida de las personas, encarnar el mensaje de salvación en la vida cotidiana, teniendo cuidado de no imponerlo y de no presentarlo como algo que viene de lejos. Por lo tanto, siempre tienen cuidado de prestar atención y respeto a la cultura local, valorando las tradiciones del lugar en la liturgia y en la educación de los jóvenes.
Pero no son pocos los problemas que han llegado a dificultar el trabajo de los misioneros. La globalización ha ampliado la oferta de información, pero con ella se ha extendido el enfrentamiento con la civilización occidental y el consumismo, que en los países del Tercer Mundo es fuente no sólo de robos y asaltos, sino también de frustración y depresión. En África y América Latina el problema de las sectas es también muy fuerte, explotando la ignorancia de la gente y su deseo de felicidad, tienen mucho control sobre la población, prometiendo felicidad ilusoria y al alcance de la mano.
En cada país donde la congregación está presente, a los problemas globales se suman problemas particulares: en Sierra Leona los misioneros se ven obligados a "reconstruir" el pueblo aterrorizado por la crueldad de una larga guerra civil; en Argentina se enfrentan a la pobreza y al desempleo en los grandes centros urbanos; en Colombia al tráfico de drogas y a la guerra de guerrillas.
Otro elemento común es la corrupción de los gobiernos, lo que crea enormes dificultades para el despacho aduanero de los contenedores con ayuda, para tener una autorización, para hacer llegar a la población los recursos a los que tiene derecho.
Pero a los nuevos problemas, nuevas soluciones, dijo Murialdo.
Esto se reitera en las Líneas de Programación del último Capítulo General de la congregación: "Vemos con alegría y animamos el compromiso y la dedicación de nuestros cohermanos y laicos en los territorios de misión, el crecimiento de la conciencia misionera en la congregación, la apertura de nuevos frentes de evangelización y promoción humana en los países pobres del mundo y en las periferias de los grandes centros urbanos".
Dispuestos, en resumen, para aceptar los nuevos desafíos que el mundo moderno presentará a la pasión por el Evangelio y por el hombre de los josefinos.
Parroquia y oratorios
El servicio pastoral de evangelización del pueblo de Dios que ofrecemos como congregación en el contexto de la misión de la Iglesia también se lleva a cabo a través de parroquias y oratorios.
Además de ofrecer atención pastoral a todo el pueblo de Dios que se nos ha confiado, las parroquias josefinas se caracterizan por una atención especial a los niños y jóvenes, especialmente los más pobres y necesitados. Este amor de predilección es una elección que involucra a toda la comunidad.
Un lema que es una meta y un desafío: "en la parroquia de josefina, ningún joven sin familia".
En los oratorios, lugares de acogida y de encuentro de niños y jóvenes, los josefinos, junto con muchos otros educadores y voluntarios, ofrecen un servicio educativo abierto, alegre y cordial.
"Rezar, aprender y jugar, este es el oratorio", repetía Murialdo.
La recreación y el deporte, la profundización intelectual y cultural, el crecimiento en la espiritualidad, son los fundamentos de su propuesta educativa, la "Pedagogía del Amor", centrada en la educación del corazón de los jóvenes.
Reuniones internacionales
La actividad formativa y pastoral de la congregación encuentra momentos significativos de experiencia y confrontación para el examen y la planificación del camino, en algunas reuniones a nivel internacional, además de las que se celebran a nivel provincial.
A tener en cuenta:
- El Capítulo General, que manifiesta de la forma más elevada la comunión de vida y la actividad apostólica de la congregación.
- la conferencias internacionales, en las que participan los superiores de las provincias junto con el Superior General y su consejo
- el mes murialdino, una experiencia típica de formación que se celebra cada tres años en una provincia diferente, abierta a todos los cohermanos
- reuniones de los formadores, que reúnen a los responsables de los equipos de formación internacionales y provinciales de la congregación
- las reuniones de los ecónomos provinciales, coordinadas por el ecónomo general.
Algunos encuentros internacionales se viven como Familia de Murialdo y, por lo tanto, ven la participación de jóvenes colaboradores y educadores, las Hermanas Murialdinas, el Instituto Secular Murialdo y los Laicos de Murialdo como protagonistas, junto con los Josefinos.
Entre estos:
- Reunión de referentes de pastoral josefina.
- Seminarios de Pedagogía Murialdina
- Foro de Pastoral Josefina, un momento de llegada y relanzamiento de un camino que se mantiene vivo a través del contacto constante a través de un foro virtual
- Reunión internacional del Consejo de Administración
- Encuentro de jóvenes de la FdM.